viernes, 26 de agosto de 2011

Sin tomar conciencia del mundo, ¿dónde está este mundo?


20.14 ML: ¿Cómo podríamos comprobar que somos conciencia y llegar a la certeza en la búsqueda?
R.Malak: Revisemos en dónde radican nuestras certezas. Para todos es claro que conocemos el mundo y nos conocemos como persona que vive en este mundo. Las personas son muchas, pero el si mismo es lo esencial en cada uno, y este común denominador es la constante permanente que permite hacerse consciente tanto de si mismo en cuanto a forma presente, como del mundo.
Sin tomar conciencia del mundo, ¿dónde está este mundo? Por más vueltas que le demos, siempre está en nuestra mente, donde hacemos reconocimiento de él. El si mismo es eso inefable que conoce, y al reconocerse a si mismo como centralización en el cuerpo, en la forma, conoce a su vez el mundo mediante la percepción o conciencia. Reconociéndose como forma, aparece el primer pensamiento "yo soy" y de ahí se sostienen todos los demás pensamientos.
El sentido de pertenencia y de ser un pensador, el sentido de ser una entidad que se adueña de los pensamientos construye el ego. Este ego-mente pasa por tres fases alternadas y transitorias, características de la centralización de la conciencia. Estas son: la vigilia, el estado de sueño con sueños y el sueño profundo.
Una evidencia de cómo aparecen y desaparecen tanto el ego como el mundo periódicamente, es darnos cuenta de cómo cuando se despierta a la vigilia desde el estado de sueño, el ego brota con toda la fuerza, se identifica con el cuerpo y ve el mundo. Del mismo modo, al sumergirse en el estado de sueño con sueños, se pasa a un estado en que el mundo se transforma en una condición de percepción de relaciones subjetivas, con un ordenamiento en base a estructuras que en la vigilia se desconocen. Luego, al sumergirse más profundamente en un estado de sueño sin imágenes, todo mundo desaparece junto con la identidad. Es un estado de plenitud que todos añoramos para nuestro descanso. Los tres estados pertenecen al movimiento de la mente.
Por tanto, el cuerpo y el ego surgen juntos y desaparecen de igual modo junto con el mundo. Hablar de creaciones mentales finitas se torna inadecuado, porque no somos el ego, sino que somos el sí mismo. Al encontrar el origen del ego se encuentra el si mismo, dado que al detectar la ignorancia y descartarla, la duda no persiste; el ego, el mundo, son parte de la ilusión. Sabemos que lo Divino se manifiesta de manera infinita, y que no se puede ir a lo desconocido por medio de lo conocido, tampoco se puede comprender racionalmente los aspectos de formación mental de lo Divino.
Teóricamente se puede vaciar el mar océano con un balde, solo que no habría lugar donde colocarlo. Conociendo la formación mental humana, y desapegándonos de los pensamientos, hacemos que la identificación se diluya en la fuente, que es la conciencia esencial. La mente estructuradora forma parte de la manifestación no separada de lo Indescriptible.

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